miércoles, 11 de enero de 2012

RÉQUIEM POR LA VOZ DE LEPE

RÉQUIEM POR LA VOZ DE LEPE
Manolo Ramírez

A Manuel Mª Toscano Rodríguez,
padre de la criatura.

Después de algunos años de dolorosa agonía, La Voz de Lepe ha muerto. Y, bien pensado, me cuesta creer que este pueblo mío tan cumplido en estos menesteres no le haya dedicado una misa de funeral. Uno, que no cree ya en la resurrección de los muertos, duda mucho que el preciado periódico lepero vuelva a la circulación.
Las páginas de La Voz de Lepe contienen la historia del último cuarto del siglo XX de este pueblo y en ellas tendrá que hurgar quien quiera conocer ese periodo tan interesante de nuestro pasado reciente. En aquella época en que se respiraba libertad después de 40 años de ostracismo, el equipo fundador del periódico se encargó de encauzar ese aire limpio dando cabida en sus páginas a todas las opiniones, a todas las ideologías. Tanto es así, que en el consejo de redacción del periódico estaban presentes miembros de los partidos políticos con representación municipal. Esta vitalidad se puede comprobar al releer cualquier periódico de los años ochenta. Sucede entonces, como en una buena novela, que al leer la historia cobra vida.
Manolo Toscano, que estuvo al timón del barco desde sus inicios, y que logró reflotarlo a finales de los años ochenta cuando zozobraba, asiste hoy a su hundimiento, no de forma impasible, desde luego, puesto que ha trabajado con tesón para evitar que el periódico callara para siempre. Pero es imposible su intento, porque en los nidos de antaño no hay pájaros hogaño.
No es totalmente cierto que la desaparición de La Voz de Lepe se deba únicamente a la crisis económica y a la mala gestión de su última junta directiva. La raíz del mal hay que buscarla a comienzos del nuevo milenio, cuando una formación política se apropió del periódico, rompiendo así con la vitalidad que había en sus páginas desde sus inicios en 1978: todas las opiniones y todas las ideologías.
Es tiempo ahora, tras la muerte de La Voz de Lepe, de solicitar a la autoridad competente el merecido homenaje al periódico, ya sea una calle o una medalla, puesto que lo de hija adoptiva queda fuera de lugar por impedimento literal.
En cuanto a ti, amigo Manolo, no esperes más homenajes que respirar por las páginas viejas y llenas de vida de aquel periódico, de aquella criatura que supiste alumbrar a este pueblo en aquellos años propicios.